La Sierra de Guadarrama en el Arte (1)

La Sierra de Guadarrama ha inspirado a numerosos artistas por su poderosa presencia y belleza. Lo recordabamos el otro día al visitar el Centro de Interpretación del Parque Natural de Peñalara y admirar la majestad de las cumbres desde algunos de sus miradores, que en otro momento veremos.

La Naturaleza en la pintura

Porque ahora retrocederemos unos cuantos siglos para saber como la Naturaleza llegó a ser fuente de inspiración para los pintores y como, los cuadros que la evocaban,  pasaron de ser considerados de un género menor y poco apreciado, a ocupar un lugar destacado en la historia de la pintura.

Ciñéndonos a Europa,  quizá fue el italiano Giorgione el primero que  hizo algo que nadie hasta entonces había hecho… elevar  la tormenta, como fenómeno de la Naturaleza, a protagonista de un enigmático cuadro. Tenía en aquel momento 27 años, y no iba a vivir mucho más pues cinco años depués, en 1510,  murió en Venecia a los 32 años por la terrible peste que asoló el sur de Europa.

El cuadro es un óleo sobre lienzo de pequeño formato (82 x 73 cm.) y se titula “La tempestad”. Sólo hay tres seres humanos (un hombre, una mujer y un niño) y los muros de una ciudad que parece abandonada, salvo por una vigilante cigüeña, y que ha hecho elucubrar sobre miles de significados, sin llegar nunca a ninguna conclusión.. Pero el motivo principal es la luz del vívido resplandor del relámpago, que nos hace “escuchar” el fragor del trueno que le seguirá con toda su rotundidad… sin duda Giorgione había visto y admirado muchas tormentas, con sus sobrecogedoras manifestaciones.

La Sierra de Madrid en la literatura (s. XIV-XV)

La Sierra de Madrid, imponente barrera natural que durante siglos fue sólo dificultad de acceso para pasar del norte al sur, ha ido poco a poco incorporandose a la vivencia colectiva de los habitantes de Madrid, de la mano de escritores y pintores,  como fondo soñado de belleza para su ciudad

Elegida por el Arcipreste de Hita (1283-1350) ) como escenario de sus aventuras en libro del Buen Amor, en él se nombran el Valle del Lozoya, los Puertos de Navafría o el de Malagosto y la Fuenfría.

«… Pasando yo una mañana / el puerto de Malangosto, / asaltóme una serrana / a la asomada del rostro. / ‘Desgraciado, ¿dónde andas?, / ¿qué buscas o qué demandas / por aqueste puerto angosto?’. / Contesté yo a la pregunta: / «Me voy para Sotosalbos...».

(Del libro del Buen Amor)

Algo más tarde, el marqués de Santillana (1388-1458) sitúa sus Serranillas junto a la Maliciosa, mientras los arroyos buscaban al Manzanares nacido en la Pedriza...

La Sierra de Guadarrama en el Arte
El rio Manzanares en Manzanares el Real
La Sierra de Guadarrama en el Arte
La Pedriza

La Sierra de Guadarrama en el Arte

La Sierra de Madrid en la pintura: Velázquez

Diego Velázquez (Sevilla1599- Madrid1660) es considerado por todos como el verdadero precursor de esta incorporación del paisaje, con todos los honores, al mundo de la pintura. Así en el retrato ecuestre del pequeño Príncipe Baltasar Carlos, y  también en el que viste de cazador, como en el del Infante Don Fernando hermano del Rey o en los del mismo Felipe IV o el Conde Duque de Olivares o el Buzón conocido como “El primo”…

La Sierra de Guadarrama en el Arte
Felipe IV

Fue el primero en España en llevar la Sierra madrileña al lienzo y plasmarla ante los ojos del mundo… rescató para siempre los azules atardeceres y, a partir de él, muchos ojos empezaron  a fijarse más en las azules lejanías, en las nevadas cumbres y en los incomparables atardeceres  de luz sin igual con que la sierra de Guadarrama engalana  a Madrid.

La Sierra de Guadarrama en el Arte

Los dos famosos retratos del príncipe Baltasar Carlos  fechados en 1635, de cazador uno,  con su pequeña escopeta y los fieles perros, y en el otro a caballo con la banda y la bengala de general, nos sumergen en el ambiente que  le rodeaba, es decir, en los madrileños montes del Pardo, con los agrestes fondos de la Sierra de Guadarrama.

La Sierra de Guadarrama en el Arte
La Sierra de Guadarrama desde el Cristo del Pardo

Ríos de tinta, como suele decirse, han corrido queriendo identificar cada cumbre de las que aparecen en estos cuadros, otorgando una vida mas auténtica y humana a los personajes. Así hay quien opina que el paisaje que aparece tras Felipe IV a caballo, corresponde a la Sierra de Hoyo de Manzanares, tomada desde el Escorial, más concretamente desde el Abantos, y que, en cambio, lo que se contempla tras el Príncipe Baltasar Carlos a caballo son la Maliciosa y el Picorzo.

Pero sin duda, la opinión más ponderada es la que dio en 1922, el que fue ilustre director del Museo del Prado y a su vez pintor enamorado de la sierra,  Aureliano de Beruete, cuando contestó, al ser preguntado en una de las polémicas surgidas por un cuadro concreto, lo siguiente:

“…(…) Claro es que están desde luego inspiradas en el Pardo y otros lugares y limitados en el horizonte por la silueta de la Sierra de Guadarrama que tan familiar era a este pintor; pero de ahí a considerarlos como copia exacta del fondo mismo que él veía todos los días desde las ventanas del Alcázar o desde el Pardo y El Escorial, yo creo que hay alguna diferencia. Se reconoce a menudo en estos fondos tal cual picacho, las siluetas de ciertas cumbres y el arranque de valles que, desde luego calculamos cuales son. Sin embargo, yo estimo que el gran recuerdo que nos producen estos fondos de la Sierra se debe más a la tonalidad general, al carácter del paisaje y a la luz, tan justa, que al retrato fiel, pudiéramos decir, de este o aquel aspecto del horizonte madrileño. Ahora bien, en este cuadro del Museo del Prado, de Felipe IV a caballo (catalogado con el nº 1.178) ”es tal vez donde más reconocemos y más fielmente se copia el macizo de la Sierra de Hoyo de Manzanares. Velázquez hacía habitualmente sus figuras y sobre todo estas de tanta importancia, en interiores y el fondo lo armonizaba después en la forma que más le convenía para destacar las figuras. De estos fondos, indiscutiblemente, él tomaba apuntes, notas de color, etc; y el referente a este retrato pudiera estar tomado desde El Escorial, donde tan a menudo iba, sin que esto quiera decir que el cuadro esté pintado allí”.

La Sierra de Madrid en el XIX

Después, a finales del XIX, la Institución Libre de Enseñanza nos enseñó a todos el inapreciable don de “descubrirla”, no sólo en sus paisajes sino en todo el esplendor de su riqueza forestal y geológica.

Muchos pintores se lanzaron entonces a recorrer sus múltiples caminos para captar su belleza y así cuando en 1915 muere Giner de los Ríos, fundador de la Institución, Antonio Machado escribe desde Baeza:

“(…) Llevad, amigos/su cuerpo a la montaña,/a los azules montes/del ancho Guadarrama(…)”

Pero de esto hablaremos en próximos post

La Sierra de Guadarrama en el Arte

Ilustración de cubierta: JAIME MORERA. Fragmento de Peñalara. Barcelona. Museo Nacional d´Art de Catalunya.

Un imprescindible libro para conocer a fondo la Sierra en todos sus aspectos, fruto de una magnífica exposición en 1998 en el Museo Municipal de Madrid (actual Museo de la Historia de Madrid)

Y no hay que perderse el viaje en tren hasta Cotos, por el corazon de la Sierra

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