José Zorrilla en Madrid

José Zorrilla vivió en Madrid algún tiempo y murió un 23 de enero del año 1893 en la calle Santa Teresa 2, esquina a la de Hortaleza, donde una gran lápida lo recuerda.

Recuerdo a Zorrilla en la calle Santa Teresa 2 de Madrid
Casa donde vivió y murió Zorrilla en la calle Santa Teresa 2 de Madrid
Casa de Zorrilla en Valladolid. Estos muebles estuvieron en la casa dela calle Santa Teresa de Madrid y fueron trasladados a Valladolid, pues murió mientras escribía sentado en ese sillón y ante ese escritorio

Tras varios años de enfermedad y ser operado de un tumor cerebral falleció a los 76 años, en Madrid, en esta calle de Santa Teresa esquina a Hortaleza, y su cuerpo fue velado en la Real Academia Española de la Lengua en la que ocupaba el sillón L desde 1882… Y hay que recordar que su discurso de toma de posesión fue íntegramente escrito en endecasílabos.

Real Academia de la Lengua
Real Academia de la Lengua en la calle Felipe IV, 4
l.

Fue llevado a enterrar según su deseo a Valladolid, su ciudad natal, y el Ateneo de Madrid lanzó la idea de eregir en esa ciudad un momumento que perpetuara su memoria. En él y en una placa de bronce puede leerse: “Nació en Valladolid 21 febrero MDCCCXVIII. Murió en Madrid 23 enero MDCCCXCIII. Erigióse este monumento en virtud de suscripción nacional iniciada por el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. Año MCM”. Se inauguró en septiembre de 1900.

Monumento a Zorrilla en Valladolid

José Zorrilla y su éxito en Madrid

El severo padre de Zorrilla había puesto todo su empeño para que su hijo cursara la carrera de leyes, pero no lo consiguió y además cuando tenía 20 años él huyó a Madrid, soñando con triunfar en su vocación de amor a la poesía y al teatro.

Nada hacía esperar que pudiera conseguirlo, en la capital era un desconocido que se pasaba los días leyendo incansable en la Biblioteca Nacional. Hasta que otro amigo le llevó allí la noticia del suicidio de Larra (Madrid 1809-1837)y le pidió que escribiera una poesía para leersela en el cementerio. En su triste buhardilla, alumbrado con un vela, la compuso esa misma noche.

Y fue un emocionado impacto el que causó un desconocido poeta de veinte años recitando, en el cementerio de Fuencarral, en el entierro de otro joven escritor de gran éxito muerto a los veintisiete en trágicas circunstancias, en medio del silencio de una gran multitud, pues la popularidad de Larra, la importancia de su obra y el prestigio que tuvo en la escena literaria, hicieron del traslado de sus restos una ceremonia memorable y emocionante a la que asistieron, de riguroso luto, todos los artistas y literatos de Madrid.

Así se introdujo José Zorrilla, de golpe y con todos los honores, en los ambientes literarios de la capital…

Ese vago clamor que rasga el viento
es la voz funeral de una campana;
vano remedo del postrer lamento
de un cadáver sombrío y macilento
que en sucio polvo dormirá mañana.

En la biografía de Zorrilla en la BVC (Biblioteca Virtual Cervantes) podemos leer como el mismo Zorrilla recordaba aquellos momentos:

«A medida que iba leyendo se me embargó la voz y se me arrasaron los ojos en lágrimas y el marqués de Molins tuvo que concluir la lectura de mis versos».

José Zorrilla, una vida de triunfos literarios

Al salir del camposanto Zorrilla ya era el poeta festejado por todos; le presentaron en el Café del Príncipe, donde conoció a Hartzenbusch y a Martínez de la Rosa. Intimó luego con Espronceda, el periódico El Porvenir le ofreció un sueldo de seiscientos reales y, finalmente, El Español le brindó la vacante dejada por Larra.

En el Museo del Prado admiramos este cuadro del pintor José María Esquivel titulado «Los poetas contemporáneos».

En el centro del cuadro, de pie, se encuentra José Zorrilla, que está leyendo unos poemas a los contertulios reunidos en el taller del propio pintor, el cual también se autorretrata, muy cerca del poeta, con una paleta y un pincel en la mano. En el cuadro que está en el caballete a la derecha vemos a Espronceda otro gran poeta del romanticismo. En el museo, en una cartela ante el cuadro, se enumeran todos los personajes retratados.

La carrera literaria de Zorrilla fue vertiginosa desde entonces, y en aquel mismo 1837 apareció Poesías, su primer libro. Entre 1839 y 1850 Zorrilla escribió la mayoría de sus mejores obras: El zapatero y el rey el primer volumen de Cantos del trovador en 1840; la segunda parte de El zapatero y el rey al año siguiente; Sancho García en 1842; El puñal del godo y El caballo del rey don Sancho en 1843; Don Juan Tenorio en 1844; La calentura en 1846, y de 1849 data Traidor, inconfeso y mártir; y en 1850, el tercer tomo de Obras Completas.

José Zorrilla muy afortunado en éxito literario…pero no en amores ni dinero

José Zorrilla fue muy afortunado al poder dedicarse a lo que tanto amaba y triunfar en su vocación literaria…pero en lo demás la suerte no le sonrió demasiado…En primer lugar la relación con su padre fue siempre tormentosa y ni siquiera en su lecho de muerte le perdonó su desobediencia y su huida a Madrid, lo cual le causó grandes pesares… Tampoco acertó en sus dos matrimonios, el primer matrimonio. cuando tenía solo 22 años con una viuda dieciseis años mayor que él fue un completo fracaso que amargó y complicó gran parte de su vida, y la única hija que tuvo con ella murió a los pocos meses de nacer. Tampoco logró mucha felicidad cuando a los 52 se volvió a casar con una joven mucho más joven que él …Y otra desgracia le persiguió toda la vida: la penuria económica, que ni sus grandes éxitos ni los grandes reconocimientos oficiales lograron paliar.

Mural en Lerma

Pero año tras año, en muchas ciudades y pueblos, en el Dia de Difuntos, se sigue oyendo recitar en emocionado silencio las amorosas y encendidas poesías de Don Juan Tenorio a su amada Doña Inés…

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