Hace tiempo inicié una serie que titulé «Si las estatuas pudiesen hablar», pues es muy habitual que pasemos junto a muchas de ellas desconociendo totalmente a quien representan y que hicieron para merecer este honor. Continuo ahora la serie con el monumento en el Paseo de la Castellana, a Emilio Castelar, ubicado en la Plaza que también lleva su nombre. Este lugar tiene su propia historia, pues aquí nacía el arroyo llamado de la «Fuente Castellana» (que desembocaba en el arroyo Abroñigal pasada Atocha) y que se soterró al diseñarse el Paseo que, precisamente en su honor, se llamó «de la Castellana».
Al instalarse el monumento de Emilio Castelar en 1906 se retiró el que había mandado construir Fernando VII en 1833, poco antes de su muerte, y que ha tenido varios emplazamientos por Madrid, desde la Plaza de Manuel Becerra al Parque de la Arganzuela centrando un estanque y ahora está sin él junto al Madrid-Río.
Emilio Castelar y Ripoll, biografía.
Emilio Castelar, nació en Cádiz, en 1832, pues su padre tuvo que exiliarse a Gibraltar, ya que había sido condenado a muerte, por Fernando VII, acusado de «afrancesado». Cuando Emilio tenía siete años su padre murió y él y su madre se trasladaron a Elda, en Alicante, de donde era su familia materna… Así que Emilio se sintió siempre, y así lo reflejó en alguno de sus libros, muy amante de Elda. Una clara inteligencia y sus ávidas lecturas hicieron que a los veinte años se licenciara en Derecho, después se doctorara y a los veinticinco años consiguiera la cátedra de Historia crítica y filosófica de España.
Fue escritor, historiador y político, pero sobre todo fue un gran orador. Su primer discurso fue en 1854, es decir, cuando tenía veintidós años de edad, durante un mitin del Partido Democrático en Madrid y desde ese momento, no sólo los asistentes, sino también la prensa madrileña, lo destacaron como un orador excepcional y un defensor a ultranza de la libertad y la democracia.
En 1865, es decir cuando tenía 33 años, Emilio Castelar que había fundado el periódico «La Democracia» publicó en él un artículo titulado «el rasgo» , una denuncia a la actuación de la reina que había vendido toda la zona comprendida entre la fachada posterior del Museo del Prado y las tapias del Retiro, como si en lugar de ser del Patrimonio Nacional, fuera del Patrimonio Real. Esta denuncia provocó su inmediato cese en la cátedra de la Universidad Central de Madrid (que ocupaba desde 1857) y también se cesó al Rector de la Universidad, Juan Manuel Montalbán, por negarse a ejecutar dicha orden, y a los catedráticos que se habían solidarizado con él.
La consecuencia inmediata fue una revuelta estudiantil en airada protesta que fue rápida y sangrientamente reprimida por el Gobierno, en la noche del 10 de abril, y que se conoce como «La noche de San Daniel».
Por aquel entonces Pérez Galdós ya vivía en Madrid desde hacía tres años y, probablemente, fue testigo desde el Ateneo del que era asiduo y que entonces se situaba en la calle de la Montera, del trágico suceso que ocasionó más de una decena de muertos y cientos de heridos y, en 1902, en la cuarta serie de sus Episodios Nacionales, en el capítulo dedicado a Prim, nos lo relató, como él solo sabía hacerlo.
Pero sigamos con Castelar. Tras caer, a consecuencia de esa brutal represión, el Gobierno de Nárvaez y sustituirle Leopoldo O´Donell, se le restituyó a Castelar su cátedra… pero enseguida volvió a intervenir en la insurrección, fracasada, del Cuartel de San Gil de 1866...y esta vez fue condenado a muerte (a garrote vil) y menos mal que pudo huir a Francia donde permaneció durante dos años. A su regreso participó en la revolución que destronó a Isabel II en 1868 y fue nombrado diputado en las Cortes constituyentes, donde volvió a destacar por su oratoria que entre otras cuestiones se centró bastante en la defensa de la libertad de cultos y en que se aboliera la esclavitud en Puerto Rico y en Cuba, y la infamante trata de esclavos.
Precisamente este último tema centró gran parte de sus esfuerzos y uno de los principales objetivos de su trayectoria política fue conseguir, la abolición de la Esclavitud.
Si leemos en el anterior enlace la «Breve cronología de la lucha contra la esclavitud y en pro de los derechos humanos», comprobaremos que figura en ella un personaje al que también hemos hecho referencia al hablar de la creación del Hospital del Niño Jesús. Se trata de Julio de Vizcarrondo, español nacido en San Juan de Puerto Rico y elegido en España como diputado a Cortes por el distrito de Ponce (Puerto Rico) de 1886 a 1889. En ambos temas candentes, la protección de la infancia y la abolición de la esclavitud ,él colaboró muy activamente.
La pasión con que Castelar defendió la abolición de la esclavitud se refleja en este encendido discurso que pronunció el 20 de junio de 1870 y que tantos opositores tuvo, sobre todo por ,la presión de la poderosa Liga Nacional de hacendados y propietarios esclavistas.
La carrera política de Castelar culminó cuando fue nombrado cuarto y último Presidente de la I República, entre el 7 de septiembre de 1873 y el 3 de enero de 1874. En enero de 1874, cuando en el Congreso se estaba iniciando la votación para elegir un nuevo presidente, ya que Castelar acaba de perder una moción de censura, el general Manuel Pavía ocupó el edificio al frente de guardias civiles y soldados, para impedir la caída de Castelar, pero éste no aceptó seguir en el poder por medios tan antidemocráticos, Y el Gobierno pasó al General Francisco Serrano.
Liquidada así la Primera República, el pronunciamiento de Martínez Campos vino a restablecer la Monarquía proclamando rey a Alfonso XII. Castelar permaneció un tiempo viajando por el extranjero, pero al regresar a España volvió a entrar en la política, defendiendo la opción de los republicanos que aspiraban a democratizar el régimen desde dentro, pero a principio de los noventa se retiró definitivamente, y se dedicó intensamente a una de sus grandes aficiones, escribiendo valiosas obras de historia, filosofía, narrativa y viajes, y colaborando en publicaciones nacionales y extranjeras.
Castelar murió el 25 de mayo de 1899, San Pedro del Pinatar (Murcia)
Monumento a Castelar
Se debe a Mariano Benlliure (Valencia 1862 – Madrid 1947) que situó a Castelar, no en lo alto del monumento, sino en un lugar medio y en una clara actitud oratoria, de pie en su escaño del Congreso. En contraste con el oscuro bronce de su figura, a sus pies reposa una mujer desnuda en mármol blanco que se puede identificar como la representación de la Verdad o de la Elocuencia.
Por el lateral del monumento, detras de ella, ascienden, también en oscuro bronce, un obrero símbolo del Trabajo, un soldado símbolo de la Fuerza y un estudiante del Estudio. Tras la imagen de Castelar se eleva un cuerpo rectangular de piedra blanca coronado por las tres Gracias simbolizando la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad.
Y en el lado opuesto, otra vez en blanco mármol, ascienden los famosos oradores Demóstenes y Cicerón.
En la parte posterior del monumento se ecuentra un relieve realizado en bronce, que evoca la campaña que llevó a cabo Castelar en su vida política, para abolir la esclavitud y que fue uno de sus principales objetivos en su intensa vida y trayectoria intelectual y política, como hemos visto. Esclavos, hombres, mujeres y niños se alzan dramáticamente, bajo un dintel donde se lee: «Levantaos esclavos porque tenéis patria», que es una de las frases que él pronunció en su discurso del 20 de junio de 1870.
Sobre ellos el artillero que maneja un cañón hace referencia a este cuerpo de Artilleros a los que Castelar modernizó.
Desde su escaño, en este monumento, Emilio Castelar es testigo de tantos cambios como suceden a su alrededor y seguro que le encantaría hablar sobre todos ellos… Por ejemplo, cuando vio alzarse en la Plaza este edificio, al que dieron su nombre, y que se levantó sobre el solar del desaparecido palacete de los condes de la Maza, uno más de los muchos que adornaban el Paseo de la Castellana que él conoció…