La Basilica de San Francisco el Grande se alza en el mismo espacio donde estuvo, durante los siglos XIII y XIV, el único convento de frailes franciscanos de Madrid que, según piadosa tradición, fue fundación personal del mismísimo San Francisco de Asís
Órdenes religiosas de Europa en la Edad Media
En el siglo X la antigua Regla de san Benito de Nursia en Italia que en el siglo VI, con su lema de Ora et Labora, tanto ayudaron a la reconstrucción de Europa tras la desolación de las invasiones bárbaras, fue reformada desde la abadía francesa de Cluny logrando un gran esplendor; más tarde a partir del siglo XII se dió otra gran transformación, también en Francia, de vuelta a la mayor austeridad de los orígenes, en la conocida como reforma del Cister. Y ya en el XIII, el dulce San Francisco de Asís, desde Italia, con toda su humildad, llevó a cabo una enorme revolución de grandes consecuencias en la Iglesia, creando la Orden mendicante de los Franciscanos, a los que, por el color de su hábito, el pueblo conocerá como los frailes pardos. A los Benitos o de Cluny se les denominaba frailes negros y los frailes blancos eran los Bernardos del Cister.
Pronto el español Santo Domingo de Guzmán, creará la Orden de Predicadores, también mendicantes, pero más orientada a la instrucción del pueblo. Y por último ya en el XIV, la Orden de San Jerónimo, brota en tierras de Guadalajara, recobrando actividades de los primeros eremitas.
Los franciscanos en Madrid
Cuentan que cuando pasó el Santo por el pequeño lugar llamado Madrid allá por el año de 1217, recibió como limosna de sus habitantes un terreno fuera de sus muros, sobre el río y junto a una fuente donde, con ramas y adobe, levantó un pequeño conventito y una ermita.
Más tarde sus discípulos lo ampliaron hasta convertirlo en una Iglesia plenamente medieval, donde numerosas familias nobles recibieron enterramiento bajo elaborados grupos escultóricos al parecer de gran belleza… Pero desgraciadamente y como tantas cosas de Madrid, todo desapareció bajo ignorantes piquetas sin ningún control, pues en 1760, bajo el reinado de Carlos III, los franciscanos decidieron levantar en su lugar un majestuoso templo – tan contrario a los austeros deseos de San Francisco – que desde su inicio ha tenido una azarosa trayectoria, de reformas, que han perdurado hasta nuestros días, permaneciendo décadas cerrado y lleno de andamiajes su interior. Así que hasta el 2008 no hemos podido contemplar en todo su esplendor el interior.
Interior del templo
Es el templo más grande de Madrid, de planta circular, con siete capillas radiales y cubierto por una cúpula de 33 m de diámetro que supera a la de los Inválidos de París y a la de San Pablo en Londres. La razón de esta cúpula (que tantos problemas creó para su construcción y ha creado para su mantenimiento) se debe a la marcada preferencia de los patronos de la Obra Pía de Jerusalén de Tierra Santa, que en el mismo solar estaban asentados, y que defendieron una gran cúpula redonda de tipo oriental como la del Santo Sepulcro de la Santa Ciudad.
Desde su exterior no se percibe la grandiosidad de esta cúpula que nos asombra cada vez que entramos, y cuya altura máxima desde el suelo es de 42 metros.
Durante la Guerra de la Independencia fue expoliado por las tropas francesas, y más tarde propuesto por el Rey José Bonaparte como Salón de Sesiones de sus futuras Cortes. La Desamortización de Mendizabal dejó vacío el convento y el templo dedicado a Cuartel de Infantería pero en 1869, cuando la ruina lo amenazaba ya seriamente, se decidió “reconvertirlo” en Panteón de Hombres Ilustres, trasladando, con esplendoroso desfile de carrozas funerarias, los venerables restos de Juan de Mena, el Gran Capitán, Alonso de Ercilla, Quevedo, Calderón, Ventura Rodríguez, Gravina y un largo etcétera… Cuatro años más tarde, el proyecto fue abandonado, los venerables restos almacenados en una capilla para después, sin ningún esplendor, ser devueltos a sus lugares de origen…
En el Coro alto, a los pies de la iglesia, figuran dos órganos, pero sólo es verdadero el de la derecha (según miramos) pues el de la izquierda en una caja hueca pintada en perfecta imitación del auténtico…un insólito trampantojo en definitiva
Su grandiosidad y su cercanía al Palacio Real le hicieron lugar idóneo para grandes ceremonias (como los funerales del Rey Alfonso XII en 1885) y en 1963, el Papa Juan XXIII la elevó a la categoría de Basílica… pero durante más de cuarenta años ha sido causa de bochorno contemplarlo siempre lleno de andamios, a vuelta con sus dificiles reparaciones.
Pero ahora afortunadamente podemos disfrutar de una buena visita guiada que recomiendo, y admirar las buenas obras de arte que encierra tanto en el templo como en su museo.
Entre ellas este San Mateo de Mariano Benlliure, dentro del programa iconográfico de los 12 apóstoles labradas en mármol blanco de Carrara sobre grandes pedestales y que miden más de dos metros y medio cada una.
Este cuadro del pintor Casto Plasencia (1846 en Cañizar, Guadalajara-1890 Madrid) que fue subdirector de la obra artística del templo y pintó varias de sus cúpulas, preside la capilla llamada de la Orden de Carlos III, en recuerdo de esta Real Orden fundada en 1771 por este rey, para conmemorar el nacimiento de su primer nieto y su razón era premiar a las personas que prestaran algún servicio especial al rey o a la Corona. Puso el rey la Orden bajo el amparo de la Inmaculada Concepción. En un principio el manto era blanco con la muceta azul celeste moteada de plata y así aparece en el bello retrato de Carlos III que pintó Mariano Salvador Maella en 1784, conservado en el Palacio Real de Madrid, pero en 1804 Carlos IV lo cambió a azul celeste, completamente cuajado de estrellas bordadas en plata, tal y como aparece en este cuadro..La Real y Distinguida Orden Española de Carlos III es la más alta de las Órdenes civiles españolas en la actualidad.
En este año de 2017 en el que tantos actos están programados en recuerdo de Carlos III, es un buen momento para visitar este cuadro
Y ante él una pequeña y preciosa talla del XVII de la Virgen del Olvido que, al parecer, procede del antiguo convento franciscano.
Y en otra capilla contemplamos un cuadro de Francisco de Goya titulado San Bernardino de Siena predicando ante Alfonso V de Aragón, de 1780
Donde él mismo se autorretrató en el personaje con jubón amarillo a la derecha del todo
Las rejerías de cada capilla son magníficas
Así como los dos púlpitos
Y las dos preciosas pilas del agua bendita
Los horarios de visita de la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid son, de martes a sábados, de 10,30 a 12,30 horas, y de 16 a 18 horas
El Belén de San Francisco
Y hasta el próximo 9 de este mes de enero podemos contemplar, en el atrio de entrada al tamplo, un Belén, en el que este año se ha añadido una reproducción del propio templo.
Fue precisamente san Francisco de Asís el que inició la costumbre de los Belenes cuando en 1223, solicitó autorización al papa Honorio III, para que le permitiera «ambientar» la Misa de la Navidad, poniendo junto al altar un pesebre vacío con un buey y una mula. Esta idea tuvo una gran repercusión y, a partir de ella, la representación del Misterio empezó a extenderse, tanto con actores reales como con figuras de diversos materiales, antecedentes de los Belenes o Nacimientos que han llegado hasta nuestros días, como muestra de piedad pero también de valioso arte popular.
En esta noche mágica, en la que evoco como nos mandaban a los niños pronto a la cama y nos decían que nos teniamos que dormir enseguida para que llegaran los Reyes y nos dejarán juguetes en los zapatos, quiero despedir estas fechas navideñas con estas imágenes del Belén de San Francisco el Grande.