Nos dirigimos, desde la Glorieta de Bilbao y calle Luchana, hacia la antigua estación de Metro de Chamberí en su castiza plaza del mismo nombre, para encontrarnos con esta entrañable estación de la primera línea de Metro de Madrid, inaugurada en 1919, y hoy convertida en Museo.
Pero antes de llegar a la plaza es un placer detenerse, en la calle Luchana, ante el monumento a los «saineteros madrileños» obra del escultor Coullaut-Valera, en el que se rinde homenaje nada menos que a Ramón de la Cruz, Ricardo de la Vega, Chueca y Barbieri y que veremos con mas calma en otro momento.
Y seguimos caminando hacia la Plaza de Chamberí, un abierto espacio lleno de vida donde se ubicó una de las primeras estaciones del Metro, ahora convertida en Museo, y ya casi centenaria.
Hacía años que las más importantes ciudades de Europa contaban con este novedoso transporte subterráneo. Londres desde 1863, Budapest en 1896, París en 1900 y Berlín en el 1902. Madrid se decidió en 1917 cuando se constituyó la Compañia Metropolitana, a la que se dio el nombre de Alfonso XIII en reconocimiento al gran impulso que este monarca dio al proyecto con su aportación, a título personal, de un millón de pesetas.
El 17 de octubre de 1919 se inauguró la primera línea que unía el barrio obrero de Cuatro Caminos con la Puerta del Sol, en un trayecto de tres kilómetros y medio. La longitud prevista para toda la red era de 14 Km. a una profundidad media de 10 metros, con trenes de cinco coches con capacidad para 250 personas, una velocidad media de 25 km. a la hora y una frecuencia de paso entre 2 y 3 minutos.
Los ingenieros que llevaron a buen termino este gran proyecto fueron Antonio González Echarte, Carlos Mendoza y MIguel Otamendi
Y el arquitecto encargado de la configuración de las estaciones fue Antonio Palacios (1872, Porriño, Pontevedra – 1945 Madrid). El arquitecto y urbanista, tan vinculado a Madrid, donde tantas y tan importantes obras nos dejó, cuidó todos y cada uno de sus detalles.
Por ejemplo, ya que por primera vez el transporte no era en superficie sino bajo tierra, consideró muy importante cuidar el tema de la iluminación ya que sólo se disponía de bombillas sin demasiada potencia, así que para multiplicar su efecto todos los revestimentos eran de azulejos blancos biselados.
e introdujo en los ándenes un precioso toque de belleza con una cerámica de reflejos metálicos.
que servía de marco al nombre de empresas, como la mítica y pionera «Fábrica Gal», que había apostado por la gran oportunidad de la publicidad.
La estación fue clausurada en 1966. en una de las grandes remodelaciones del Metro que, lógicamente, se había quedado obsoleto por el gran aumento de usuarios y las nuevas tecnologías. La forma curva de la estación impedía alargarla para acoger los nuevos metros con más vagones y la escasa distancia entre ella y las de Bilbao e Iglesia, provocaron su clausura, en la que vivió durante casi cuarenta años. Tan abandonada estuvo que con razón se la empezó a conocer como la «estación fantasma»…los trenes pasaban (y lo siguen haciendo) por ella a gran velocidad y son muy escasos los pasajeros que la perciben.
Desde luego es digna imagen para una película de misterio…Y, hablando de cine, aquí se han rodado algunas escenas de «Barrio» de Fernando León en 1998 y de «Pájaros de Papel» de Emilio Aragón. En esta última se evocaba como, al igual que en otras muchas estaciones de metro, sirivió de refugio durante los bombardeos a la población sitiada en la guerra civil .
Afortunadamente en 2008 la estación fue rescatada y ahora es una emoción para los mayores contemplarla y una sorpresa para los jóvenes…Como siempre, saber de donde vienes te hace valorar más a donde has llegado… por ejemplo, contemplando una de las últimas estaciones que se han inaugurado en Madrid, la Estacion de Paco de Lucía, en la línea 9.
Un video explicativo y una amena visita guiada nos complementan esta muy recomendable visita.
Y otro espacio que nos descubre la historia del Metro de Madrid es la Nave de Motores de Pacífico.