Colegio «El Porvenir» en Cuatro Caminos es un hito de la enseñanza en Madrid. Se inauguró en 1897 en la calle de Bravo Murillo y sin interrupción ha seguido ejemplarmente su tarea educativa hasta nuestros días…
El Barrio de Cuatro Caminos. Orígenes y desarrollo
Sobre una encrucijada de caminos habría de nacer – una vez realizado el Ensanche de 1860 – uno de los barrios más populosos de Madrid, Cuatro Caminos. El nombre de la barriada no podía ser más certero porque cuatro fueron los caminos o vías públicas que confluían en este lugar: la «Mala de Francia» o carretera de Irún, por la que transitaron las diligencias y carruajes de postas con las valijas del correo – que los franceses llamaban Malle – y de ahí el galicismo «Mala» aplicado a la carretera…Esta «Mala de Francia» es hoy la calle de Bravo Murillo…
Así empezaba el fascículo (en el tomo V , firmado por Juana de José Prades) dedicado a este barrio, en la publicación – tantas veces mencionada en este blog – de Espasa-Calpe S.A. sobre Madrid, con el patrocinio del Ayuntamiento y la dirección científica del Instituto de Estudios Madrileños, entre los años 1979/80 y que tanta y tan buena información nos proporcionó a todos los amantes de Madrid.
Nos explicaba Juana de José, que el segundo «camino» era la vereda de Aceiteros – frecuentada por los arrieros del aceite – la cual cuando se inició el trazado de la Avenida de la Reina Victoria, quedó enterrada bajo ella.
La tercera vía era la calle Santa Engracia que tras la guerra civil pasó a tomar el nombre del aviador Joaquín García Morato, y que hace años ha vuelto a tomar su antiguo nombre de Santa Engracia.
Y la cuarta vía era una pequeña calle llamada de Artistas a la que luego sustituyó el llamado Paseo de Ronda, surgido del proyecto del llamado Ensanche de Madrid, proyectado por don Carlos María de Castro en 1860…
Actualmente es conocida como calle de Raimundo Fernández Villaverde, donde podemos admirar, desde la misma Glorieta de Cuatro Caminos la bella imagen del antiguo Hospital de Jornaleros
Si nos remontamos a 1808, cuando Cuatro Caminos era un despoblado, evocaremos que por la llamada «Mala de Francia», que conectaba con la carretera de Irún, penetraron durante la invasión napoleónica los soldados franceses, para exigir la rendición de los valientes madrileños atrincherados en la Puerta de los Pozos, según nos cuenta Benito Pérez Galdós, en Napoleón en Chamartín (en los Episodios Nacionales) y que se llamaba así por una de las puertas de entrada a Madrid, cerca de unos pozos de nieve allí instalados para abastecer de hielo a la ciudad.
Aspectos sociológicos de la composición inicial del barrio
Aquí coincidieron matrimonios jóvenes y familias procedentes del centro de Madrid que buscaban pisos más económicos y lugares donde desarrollar su vida laboriosa buscando nuevos horizontes; también lo hicieron gentes procedentes de todos los pueblos de la provincia, sobre todo de la sierra de Guadarrama… muchos trabajadores de esta zona se habían habituado a entrar por aquí a Madrid, pasando sus productos (leche de Colmenar, requesón de Miraflores, judias de La Granja etc.) por el fielato de Cuatro Caminos, y decidieron quedarse vislumbrando las posibildades comerciales de la gran ciudad…y también llegaron inmigrantes de Guadalajara, Galicia, Aragón…y todos ellos convivieron pacificamente con los primitivos ocupantes de la zona: los «matuteros» dedicados al contrabando, los traperos que se dedicaban «a la busca», y los cazadores furtivos de conejos, con hurón y red, en los montes del Pardo.
De todos ellos tenemos una cumplida descripción en la novela «La horda» que Vicente Blasco Ibañez, escribió en 1905 y que empieza así:
A las tres de la madrugada comenzaron a llegar los primeros carros de la sierra al fielato de los Cuatro Caminos. Habían salido a las 9 de Colmenar, con cargamentos de cántaros de leche, rodando toda la noche bajo una lluvia glacial que parecía el último adiós del invierno (…) Otros más pequeños deslizabánse entre ellos, pasando ante el fielto sin detenerse. Eran los vehículos de los traperos. (…) La invasión de los traperos se hacíase más densa al avanzar el día (…) las matronas de «la busca» pasaban erguidas sobre sus rucios…
Pero catorce años después el 17 de octubre de 1919 se inauguró la primera línea del Metro que unía el barrio obrero de Cuatro Caminos con la Puerta del Sol, en un trayecto de tres kilómetros y medio. La longitud prevista para toda la red era de 14 Km. a una profundidad media de 10 metros, con trenes de cinco coches con capacidad para 250 personas, una velocidad media de 25 km. a la hora y una frecuencia de paso entre 2 y 3 minutos.
Colegio «El porvenir» en Bravo Murillo 85
Seguimos leyendo a Juana de José Prades:
El aspecto de la enseñanza – tan trascendente siempre – tuvo una importancia radical en la formación de las sucesivas generaciones de jóvenes de Cuatro Caminos, un barrio que llegó a alcanzar una homogeneidad social y una conciencia de comunidad no frecuente ni posible en otras zonas de Madrid. Mucha de la sorprendente preparación cívica, cultural, social y política que tuvieron tantos trabajadores de Cuatro Caminos que no habían recibido más educación que la Enseñanza Primaria, se explica por la calidad excepcional que tuvo esa enseñanza y por las orientaciones educativas de los colegios allí fundados. Hacia 1885 abundaban las familias numerosas en el barrio y el problema de su educación empezó a ser muy serio…pero se resolvió rapidamente de forma inesperada y curiosa por mediación de franceses y alemanes que fundaron los dos primeros grandes colegios de la zona, colegios excepcionales por la modernidad de sus instalaciones y sistemas pedagógicos.
El cementerio de San Martín mostró sobre una altura su romántica aglomeración de rectos cipreses. La escuela protestante asomaba sobre las míseras casuchas su mole de ladrillo rojo.
Y veremos muchas referencias al Colegio «El Porvenir»