El Cardenal Cisneros en su quinto centenario (1436-1517)
El quinto centenario del fallecimiento del Cardenal Cisneros (Torrelaguna 1436-Roa 1517) se conmemora en muchos lugares, entre ellos Torrelaguna, lugar de su nacimiento y en Alcalá de Henares lugar de su emblemática Universidad, pero también en Toledo, en Sigüenza, en Madrid… con actos y exposiciones que iremos visitando.
Todos los años se recuerdan aniversarios de famosas personas y/o de famosos sucesos. Algunos son muy celebrados y otros pasan más desapercibidos, pero casi siempre hay una evocación, que nos permite actualizar y profundizar en ese necesario recuerdo sobre personas y hechos que han marcado nuestra historia.
Aquí hemos mostrado, por ejemplo, el quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús (1515-2015). O el tercer centenario del nacimiento de Carlos III, o el 80 aniversario del brutal bombardeo de Guernica ( que, en torno al cuadro de Picasso, se muestra en el Reina Sofía)… Y también al centenario del nacimiento de la entrañable Gloria Fuertes… y estamos pendientes de evocar el de Juan Rulfo, autor del inolvidable «Pedro Páramo».
Biblioteca Histórica «Marqués de Valdecilla» en Madrid
En esta línea de homenajes la Universidad Complutense de Madrid, en su sede de la Biblioteca Histórica «Marqués de Valdecilla» (calle Noviciado 3) está celebrando un interesante ciclo de conferencias
que nos permite conocer con más profundidad y desde distintas perspectivas a tan singular personaje de tan «poliédrica identidad», en palabras de don Ricardo García Cárcel, catedrático de Historia Moderna, de la Universidad de Barcelona, que en la primera conferencia del ciclo abordó brillantemente el tema del «Mito y realidad de Francisco Jiménez de Cisneros»
Convento de La Salceda
Vamos a visitar algunos de los lugares en los que Francisco Cisneros está siendo recordado, pero en primer lugar he rescatado de mis álbumes de fotos, unas del año 2005 en el que, durante una ruta de senderismo por tierras de Guadalajara, tuve ocasión de estar junto a las ruinas de lo único que resta del que fue gran monasterio e iglesia franciscana de La Salceda, lugar de gran piedad y recogimiento en el siglo XIV, que llegó a su mayor esplendor y fama en el XVII… pero que en el XIX primero fue incendiado (en 1827) , y posteriormente la desamortización de 1835 dejó definitivamente vacío y ruinoso… Luego el tiempo y los hombres siguieron su acción destructiva, pero aún seguían (y espero que sigan) orgullosamente en pie los restos de lo que fue rica capilla de las reliquias
Su silueta es visible desde la carretera que une Tendilla con Peñalver, a la altura del punto kilométrico 28, en un alto de lo que se llamó Monte Celia. En esta bella capilla, donde se exponían todas las reliquias que habían llegado al convento, y que mandó construir fray Pedro González de Mendoza, hijo de la Princesa de Eboli, que aquí profesó y que luego fue obispo de Sigüenza y arzobispo de Granada.
Y aquí en 1484, con 48 años, vistió el pardo sayal franciscano Gonzalo Ximénez de Cisneros (luego cambió su nombre por el de Francisco). Un monolito nos lo recuerda.
Dice así:
A Fray Francisco Ximenez de Cisneros que en el humilde cenobio franciscano de Nuestra Señora de la Salceda, cuyas sagradas ruinas contemplas, forjó amorosamente al calor de Dios y de la Patria su alma de Santo y de genio. El pueblo de Tendilla MCMXXIX
También al filo de la transitada carretera al pie de la ruinas de la Salceda, se conmemora al Cardenal Cisneros en dos lápidas de muy complicada lectura por el lugar donde se encuentran, en ellas leemos:
“A Fray Francisco Ximenez Cisneros que en el humilde cenobio franciscano de Nuestra Señora de La Salceda cuyas sagradas ruinas contemplas forjó amorosamente al calor de Dios y de la Patria su alma de Santo y de genio. El pueblo de Tendilla. MCMXXIX”
«Junto con el Gran Cardenal Pedro González de Mendoza, una de las dos figuras más históricas y relevantes que lo habitaron. Cisneros, con casi 50 años decidió hacerse francisco en 1484 y aquí, en la Salceda, según testimonio propio pasó los mas felices años de su vida, hasta que en 1492, por requerimiento de su amigo el omnipotente Cardenal Mendoza, fue elegido como confesor de Isabel la Católica pues “estaba dotado del ingenio y agudeza de San Agustín, de la abstinencia de San Jerónimo y de la severidad de San Ambrosio…”
