Un 8 de octubre de 1992 abrió sus puertas en Madrid el Museo Thyssen-Bornemisza. Todo un acontecimiento artístico que mostró la prensa en estas separatas, que conservo junto a los catalógos y numerosas publicaciones del Museo durante estos años.
(Las revistas Tribuna y Blanco y Negro cerraron en el año 2000)
Y así podemos evocar lo que, hace 25 años, significó esta apertura que ahora celebramos.
El origen de la colección
August Thyssen (Alemania 1842-1926) fue el iniciador de un imperio industrial que acumuló una enorme fortuna con la producción del acero. Él no era coleccionista pero encargó al famoso escultor Auguste Rodin, al que conoció en la Exposición Universal de París y del que fue amigo, una serie de siete figuras de mármol, con la idea quizá de iniciar una colección escultórica. Cuatro de estas figuras podemos admirarlas ahora en el hall del Museo.
El tercero de sus siete hijos, Heinrich, se casó en 1905 con la baronesa Margit Bornemisza, pasando a ser el primer barón Thyssen-Bornemisza (su suegro, que no tenía hijos varones, le «prohijó» para perpetuar su apellido). Fue el único que siguió la incipiente afición paterna al coleccionismo, sobre todo de obras de arte antiguo y a su muerte, en 1947 dejó a sus cuatro hijos 525 pinturas de mucho valor, alojadas en Villa Favorita, en la ciudad suiza de Lugano
En 1921 había nacido el menor de sus hijos, Hans Heinrich, que a sus 26 años fue el único que decidió seguir la tradición iniciada por su padre y logró reunir de nuevo muchas de las obras de arte separadas por la herencia. En 1956 inició su propia compra de cuadros pero, al igual que su padre, todos eran de maestros antiguos hasta que, en 1961, adquirió el primero moderno: una acuarela de Emil Nolde... y siguió enriqueciendo la colección con todas las tendencias del arte moderno hasta su fallecimiento en 2002.
Luego sumó ejemplos de otros movimientos artísticos que su padre había despreciado: Impresionismo (Renoir, Monet, Degas, Pissarro), postimpresionismo (Van Gogh, Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin), los inicios de la pintura abstracta con Kandinsky, Cubismo (Pablo Picasso, Braque, Juan Gris), Constructivismo ruso (Liubov Popova), Surrealismo (Dalí, Magritte, Yves Tanguy)… Llegó a cubrir el arte más reciente, hasta la década de 1980, pues también se interesó por la figuración europea de posguerra (Balthus, Francis Bacon, Lucian Freud), el arte abstracto estadounidense (Jackson Pollock, Mark Rothko), el pop art (Tom Wesselmann, David Hockney) y el hiperrealismo (Richard Estes).
En 1986 en la Biblioteca Nacional se celebró una exposición temporal con las obras de los maestros modernos, y al año siguiente otra de maestros antiguos, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
El edificio del Museo
La zona del Paseo del Prado se empezó a ocupar por que muchos aristócratas deseaban estar más cerca del Palacio del Buen Retiro, frecuentado por los Reyes para sus fiestas, y donde más tarde, a partir del XVIII, y tras el incendio del viejo Palacio de los Austrias residieron, hasta inaugurar el nuevo Palacio Real, los Borbones.
Así en 1777 adquirieron los duques de Villahermosa esta parcela donde se ubicaba un viejo caserón de una sola planta, en el cual hicieron alguna mejora. Pero su aspecto actual, con tres plantas y fachadas similares a las del vecino Museo del Prado, fueron realizadas a principios del XIX por el arquitecto Antonio López Aguado, discípulo de Villanueva, por encargo de María Manuela Pignatelli y Gonzaga, viuda del XI duque de Villahermosa, Juan Pablo de Aragón-Azlor.
Fue un lugar de fiestas esplendorosas, en su lujoso y gran salón de baile, y también un foco de cultura, pues durante unos años, en la mitad del XIX, se reunieron en algunos de sus salones el Liceo Artístico y Literario, donde se hacían veladas literarias y musicales, en dos de las cuales participó, en 1844, nada menos que el compositos y pianista Ferenc Liszt, según se recuerda en una lápida de la fachada frente al Hotel Palace, antiguo Palacio de los Duques de Medinaceli, en la Plaza de Las Cortes.
Todavía en 1966 conservaba todo este esplendor, que contemplamos en el reportaje fotográfico de Blanco y Negro
Pero en 1973 quedó abandonado y el Palacio de Villahermosa fue comprado por la banca López Quesada, a la que sólo se le impuso la condición de respetar las fachadas… Así lo hizo, pero se destrozó todo su interior para convertirlo en oficinas… Luego a los seis años, en 1980, el Banco quebró y el Estado se quedó con el edificio que se adscribió al Museo del Prado para exposiciones temporales…
El ofrecimiento al barón Thyssen de este Palacio para su colección fue una baza definitiva para su elección, pues su céntrica y admirable situación superaba a las ofrecidas por otras ciudades de otros países.
Rafael Moneo fue el encargado de su rehabilitación y las obras se iniciaron en 1990, vaciando todo el interior y quedando finalizada la nueva reconstrucción en mayo del 92, lista para recibir las 700 obras que llegaron desde Lugano…
En 2004, se sumaron a Villahermosa dos edificios colindantes, pertenecientes a la familia Goyeneche, para albergar la colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Estos edificios han mantenido su aspecto exterior, pero por dentro han quedado totalmente incorporados al Museo.
Museo Thyssen y su 25 aniversario con Lautrec y Picasso
Recién inaugurada el dia 17 de este mes de octubre y hasta el 21 de enero de 2018, es una exposición «estrella», digna de un 25 aniversario… Es un montaje único para el Thyssen, que no se va a llevar a ninguna otra parte…Han colaborado en ella 56 instituciones públicas y privadas de varios países, y se han «prestado» cuadros que nunca habían salido de sus sedes…
El recorrido de la exposición, que reúne más de un centenar de obras, se divide en cinco apartados temáticos – Bohemios, Bajos fondos, Vagabundos, Ellas y Eros recóndito – que enlazan simbólica y formalmente los mundos de estos dos grandes maestros de la modernidad y nos permiten disfrutar y examinar la obra de ambos y también observar como se fue fraguando la evolución del arte contemporáneo.
Lautrec (Francia 1864 – 1901)) y Picasso (1881, Málaga-1973, Mougins, Francia) probablemente no se llegaron ni a conocer…cuando Picasso llegó a París en 1901 Lautrec estaba muy enfermo y murió ese mismo año… Pero Picasso conocía muy bien su obra y le admiraba… y eso es lo que se demuestra en esta dialogante exposción entre dos geniales artistas que tantas aficiones y gustos compartian.
Comisariada por el profesor Francisco Calvo Serraller, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, y Paloma Alarcó, jefe de conservación de Pintura Moderna del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Picasso/Lautrec reúne más de un centenar de obras, procedentes de unas sesenta colecciones públicas y privadas de todo el mundo, organizadas en torno a los temas que interesaron a ambos artistas: los retratos caricaturescos, el mundo nocturno de los cafés, cabarets, teatros, la cruda realidad de los seres marginales, el espectáculo del circo o el universo erótico de los burdeles.
Precioso homenaje al Museo Thyssen, gracias María Rosa por contar la historia de un museo cuya llegada fue tan importante para Madrid y hoy es uno de los mejores de la ciudad y de España.
Efectivamente tienes toda la razón Mercedes, es un gran museo y es una suerte tenerlo aquí y poder recorrer sus salas admirando tanta belleza como encierra.