Seguimos caminando por las bonitas calles de Lavapiés y admirando las cerámicas que recrean sus nombres, obras de Alfredo Ruíz de Luna.
En esta ocasión desde la Plaza de Tirso de Molina, y a la altura de la calle de La Magdalena, entramos al barrio por la de JESÚS Y MARÍA , una de las más típicas y castizas calles del barrio que nos conducirá hasta la calle de Lavapiés.
El nombre de JESÚS Y MARÍA parece derivarse de un santuario que por aquí se levantó en su honor, o quizá también por un cuadro que había pintado un religioso con el tema de la «Huída a Egipto» y al que el gremio de los Aguadores levantó una pequeña capilla con el nombre de Jesús y María.
Pararela a «Jesus y María» está la calle de SAN PEDRO MÁRTIR. En esta calle vivió un canónigo de la catedral de Toledo apellidado Ágreda el cual legó al morir todos sus bienes al convento de san Pedro Mártir de Toledo.
En justo agradecimiento los frailes de este convento toledano regalaron un busto del santo que se situó en la fachada de su casa… hoy solo recuerda este hecho la cerámica de Ruiz de Luna.
San Pedro Mártir fue magnífico e importante Monasterio de los dominicos en Toledo, con el gran claustro de Alonso de Covarrubias que aquí vemos. En este Monasterio fue enterrado Garcilaso de la Vega (Toledo, 1491/1503-Niza,1536)
Actualmente es sede de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Pero en esta casa también se evoca otro hecho mucho más moderno . .. que podemos leer: En el centenario de su nacimiento MADRID RECUERDA a PABLO RUIZ PICASSO VECINO DE ESTA CASA EN 1897 Y 1898
A la izquierda de la de Jesús y María está la CALLE DE LA CABEZA con su consiguiente leyenda, en esta ocasión muy truculenta.
Se cuenta que en este lugar vivía un sacerdote ya anciano que poseía una cuantiosa fortuna. El joven criado portugués, que cuidaba la casa y conocía su existencia, una noche que el ama se ausentó y quedó solo con el anciano le asesinó salvajamente, cortándole incluso la cabeza. Huyó con todo el botín y nunca pudo ser localizado.
Pero años más tarde decidió volver a Madrid, ya como un rico caballero y se llegó a pasear por el Rastro donde se le antojó comprar una cabeza de cordero para que la guisaran sus criados. Pero a su paso iba dejando un rastro de sangre que hizo que unos guardias extrañados le detuvieron y preguntaran que llevaba en el envoltorio que portaba. Él contestó muy confiado y tranquilo que «acababa de comprar una cabeza de carnero»…pero cuando le pidieron que la enseñara apareció la ensangrentada cabeza del anciano sacerdote. Fue detenido, condenado y ejecutado en la Plaza Mayor.
En este bonito esquinazo tenemos la calle de la Magdalena, en recuerdo de Santa María Magdalena (como podemos ver en la oportuna cerámica) y la del Olivar. Este nombre procede de un frondoso olivar que aquí existía durante los siglos XV y XVI, y por aquí transcurría un devoto Vía Crucis desde el convento de san Francisco hasta la calle del Calvario,
atravesaba el citado olivar donde había un humilladero con un Cristo crucificado muy venerado, al que pronto se le conoció como el Cristo del Olivar.
Precisamente en una carpinteria de esta calle del Calvario nació, en 1804, el famoso Luis Candelas tercer hijo de un matrimonio que pudieron darle estudios, ya que vivían sin agobios económicos, en los Reales Estudios de San Isidro. Aquí ya empezó a hacer bandas, provocar peleas y fue expulsado a causa de que un clérigo le dio una bofetada y él respondió dándole dos. Fue detenido el 18 de julio de 1837 en el puesto de aduanas del camino real de Valladolid a Toledo, Trasladado a Madrid, acusado por más de cuarenta robos constatados, fue juzgado el 2 de noviembre, siendo condenado a morir por garrote vil en la Plaza de la Cebada de Madrid. Pidió clemencia a la reina María Cristina de Borbón, pero le fue denegada. Murió el 6 de noviembre de 1837 con treinta y tres años.
El primitivo oratorio del Santo Cristo del Olivar se construyó en el año 1607 en la calle de Cañizares pero fue derribado en 1910 En la fotografía vemos a la izquierda la actual Parroquia del Cristo del Olivar, ocupando el mismo espacio y que fue obra de Enrique Mª Repullés y Vargas (Madrid, 1845 – Madrid, 1922) el mismo prestigioso arquitecto del edificio de la Bolsa de Madrid.
Y la Iglesia es presidida por este impresionante Cristo obra del gran escultor Manuel Pereira (Oporto 1588- Madrid 1683).