La Colegiata de San Isidro, se encuentra en la calle de Toledo, de la que Benito Pérez Galdós dijo: «Pienso que no hay calle en el mundo más bonita ni más pintoresca que esta de Toledo».
La Colegiata fue, con carácter provisional, Catedral de Madrid desde 1885 hasta que fue consagrada la de la Almudena en 1992, tiene una larga e interesante – y también muy dolorosa – historia.
La calle Toledo nace directamente bajo uno de los arcos de la Plaza Mayor, desde donde ya vemos la Colegiata.
Se ubica en el número 37 de la calle, con su fachada más parecida a la de un Palacio que a la de una iglesia.
En 1554, a los 20 años de la fundación de la Compañía de Jesús, ya se establecieron los Jesuítas en Madrid en la calle Toledo. Lo que primero fue una sencilla iglesia y un colegio se convirtió, a partir de 1603 y gracias a las generosa donación testamentaria de la emperatriz María, hermana de Felipe II, en una gran iglesia y un importante colegio, denominado «Imperial». En la reja de su puerta central destaca el escudo de la emperatriz.
En 1622 se puso la primera piedra y se alzó según los planos del Hermano Pedro Sánchez, sustituído a su muerte por Pedro Bautista, consagrándose en 1651 en el dia de san Ignacio, 31 de julio.
Los jesuítas lo regentaron hasta que en el año 1787 fueron expulsados de España por Carlos III. Ventura Rodríguez fue el encargado de reformarla , se añadió el coro y se trasladaron a ella, por orden del Rey, los restos de Santa María de la Cabeza y de San Isidro, del cual tomó su nombre.
Los jesuítas volvieron a España a los 28 años, reinando Fernando VII, nieto del monarca que los expulsó, por Real Decreto de 29 de mayo de 1815.
Siempre que he entrado en esta iglesia me ha sobrecogido su oscuridad y su silencio…Silencio que sé que en otros momentos se llenó de gritos, fuego, sangre y de horror…
«Los Episodios Nacionales»
Y todo eso lo sé desde que hace años leí los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, ese gran monumento literario-histórico que debería ser de alentada lectura para todos desde el colegio… Porque es inaudito lo poco y mal que sabemos de nuestra propia historia, olvidando que para saber donde estamos es necesario saber de donde venimos… Y eso nos lo cuenta Galdós de forma novelada, pero siguiendo paso a paso los verídicos sucesos históricos. Venimos de un siglo XIX en el que desde 1805 a 1881 (período que abarcan los Episodios), tuvimos: 1 Guerra de la Independencia, 7 Revoluciones, 2 Guerras civiles, 1 destronamiento, 2 abdicaciones, 1 república, 2 directorios militares y 8 Constituciones….
En el capítulo titulado «Un faccioso más…y algunos frailes menos» Galdós se estaba refiriendo en primer lugar, a don Carlos, el hermano de Fernando VII, desencadenante de los siete años de feroces guerras carlistas para suceder a su hermano recién fallecido en 1833; y, en segundo, a la terrible matanza de religiosos jesuítas del Colegio Imperial, ocurrida en Madrid en 1834.
En el año de 1834 en los primeros dias de Julio la epidemia de cólera morbo llegó a Madrid, después de haber recorrido toda Europa diezmando su población… En ese momento la población de Madrid era de 220.000 personas y cerca de 5.000 fallecieron… casi todas vivían en los barrios más pobres y hacinados. Por ejemplo, en la Parroquia de San Martín los fallecimientos ascendieron a 887.
El cólera morbo es una de las grandes enfermedades epidémicas que ha padecido la humanidad, que se desarrolla en contextos de insalubridad, hacinamiento de la población y falta de los servicios sanitarios básicos, como alcantarillado, agua corriente y controles sanitarios de los alimentos. El cólera se propagaba al no existir una eficaz separación de las aguas potables y las aguas residuales.
Pero pronto circuló por el barrio de La Latina que aquello no era una epidemia llegada de lejos…sino fruto de los males quereres… Al no poder explicarse el motivo de tantas muertes una voz de mujer, que llevaba a enterrar a su hija, soltó una frase… «¡Están echando cosas malas en el agua para matar a la gente!»… y se hizo un clamor…Y bastó con que otra voz dijera que los frailes echaban arenas envenenadas en las aguas para matar a los liberales, para que una multitud enfurecida asaltara el Colegio y la iglesia de los Jesuítas, entre las tres y las cuatro de la tarde de un caluroso 17 de julio, matando a cuantos frailes encontraron a su paso…Igual sucedió en los próximos de San Francisco el Grande, en el de Santo Tomás y en el de la Merced.
La Colegiata de San Isidro en la Guerra Civil
En otro trágico mes de julio, ahora del 1936, la Colegiata sufrió un gran incendio provocado que derrumbó la notable cúpula «encamonada» central, primera que se levantó en Madrid, y que consistía en un ligero entramado de madera que luego se cubría de yeso. Este tipo de cúpula respondía a un tiempo de crisis económica que obligaba a emplear materiales más asequibles y por tanto baratos y, por otra parte, a la corriente artística del Barroco, impulsada desde Roma en aras de una religión triunfante, identificada en la arquitectura, en la pintura y en la escultura…
y se destruyeron muchisimas obras de arte, especialmente las de la Capilla Mayor y las del lado del Evangelio… al parecer porque se quiso evitar que las llamas arrasaran el Instituto de San Isidro (antiguo Colegio Imperial de los Jesuítas) que está anexo al lado de la Epístola.
La Colegiata en la actualidad
Ahora vemos el interior de la gran cúpula rehecha que destaca en su exterior en la fotografia aérea, pues la estrechez de las calles no permite apreciarla facilmente
En cambio se conservó, en el lado de la Epístola y en la venerada capilla de Jesús del Gran Poder, esta preciosa cúpula sobre pechinas con cupulín, cuyas pechinas se decoran con medallones con profetas en grisalla y en el tambor ángeles con los instrumentos de la pasión, obra de Claudio Coello.
Se destruyeron en cambio diez esculturas de Manuel Pereira que se situaban en la Capilla Mayor y que Ventura Rodriguez en su reforma había conservado…
Podemos también seguir admirando esta primosa y anónima Dormición de la Virgen, en madera…si bien, precisamente la imagen de María no es la original, pues al parecer fue utiizada para avivar los fuegos…
La iglesia fue reconstruida y restaurada después de la Guerra Civil por Javier Barroso Sánchez-Guerra (Madrid 1903-1990) , quien aprovechó para realizar el remate de las inconclusas torres.
Y ya que estamos en plena Semana Santa recuerdo que de la Colegiata de San Isidro, sale una de las procesiones más significativas de Madrid.
Jueves Santo a las 20 h.
► 20:00 h. Procesión de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena, organizada por la real, ilustre y fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena. Estará acompañada por la banda de música Amigos de la Música de Herrera (Sevilla) en la Virgen.
Itinerario: Colegiata de San Isidro; calles de Toledo, Colegiata, Duque de Rivas, Concepción Jerónima, plaza de Segovia Nueva, plaza de Puerta Cerrada, calle de San Justo-Palacio Arzobispal-, plazuela del Cordón, calle del Cordón, plaza de la Villa, calle de Señores de Luzón, plaza de Santiago, calles de Santiago y Milaneses, plaza de San Miguel, calle del Conde de Miranda, plazuela del Conde de Miranda (aquí realiza la Hermandad su Estación de Penitencia ante el Monumento del Monasterio del Corpus Christi, vulgo ”de las Carboneras”) plaza del Conde de Barajas, calle del Conde de Miranda, plaza de San Miguel, Travesía de Bringas, calle Mayor, calle de Esparteros, plazas de Santa Cruz y de las Provincias, calle Salvador, calles de Concepción Jerónima y de Toledo, Colegiata de San Isidro.
Pues cuánto aprendo leyéndote. Y mira que yo no soy de procesiones, pero sí muy amante de Madrid y me ha parecido tan interesante el itinerario de la procesión que creo que me voy a acercar. Me apetece ver el ambiente de Madrid en plena Semana Santa.
Beso
Hildy
Cuanto me alegro querida Hildy de que aprendas muchas cosas de Madrid leyendo mi blog…hasta el punto de animarte a ir a una procesión que recorre una parte tan entrañable de la ciudad…Muchas gracias por tu comentario tan encantador,