Ramón y Cajal y el Observatorio Astronómico de la calle Alfonso XII nº 3, además de ser vecinos fronteros durante los 20 años que Cajal vivió en la misma calle en el número 64, compartieron, aunque por muy breve tiempo, otro tipo de cercania científica.
El Real Observatorio Astronómico se había situado en el siglo XVIII en el extremo sureste de los Jardines del Buen Retiro, en el conocido como Cerro de San Blas por la pequeña ermita que en tiempos estuvo aquí situada. Era un paraje solitario idóneo para la función del Observatorio Astronómico.
Fue fundado gracias a la insistencia del científico y navegante español Jorge Juan y a la iniciativa de Carlos III.
El arquitecto Juan de Villanueva (Madrid 1739-1811) diseñó el Observatorio en 1790, que ocupa la posición más alta de la montaña y que es la prolongación de su otra gran obra el Gabinete de Historia Natural, (con proyectos en 1785 y 1787), que fue convertido en el Museo de Arte del Prado en 1814. Las actividades en el Observatorio suspendidas durante la invasión francesa se reanudan en 1845, y la construcción del edificio se completa al año siguiente a las órdenes del arquitecto Narciso Pascual Colomer.
Aún hoy día es algo complicado su acceso, con lo cual no es de extrañar que cuando, con ocasión de la jubilación de Ramón y Cajal, el Gobierno construyó junto al Observatorio un gran centro de Investigación Biológica, inaugurado en 1932 y llamado en su honor Instituto Cajal, don Santiago escribiera:
Yo he declinado en Tello la dirección del Instituto. Mis achaques de viejo (he cumplido 81años) y la creciente debilidad de mis piernas no me permiten ya escalar el cerro de San Blas, convertido para mí en un Himalaya.
A su muerte, en 1934, le sucedió su querido discípulo Jorge Francisco Tello, que al término de la guerra civil fue ‘depurado’ y destituido de su cargo
Jorge Francisco Tello Muñoz
Jorge Francisco Tello Muñoz fue un científico español, discípulo de Santiago Ramón y Cajal desde 1902. Había nacido en 1880 en Alhama de Aragón y falleció en Madrid en 1958
En 1907 fue elegido por Ramón y Cajal como primer ayudante del recién creado Laboratorio de Investigaciones Biológicas, dentro de los proyectos de la Junta para la Ampliación de Estudios; más tarde, también sucedió a Cajal en la cátedra de Histología y Anatomía Patológica de la Universidad de Madrid.
Eminente histopatólogo y bacteriólogo, renovó la sanidad del Estado trabajando desde sus puestos como jefe de sección de epidemiología del Instituto Nacional de Higiene «Alfonso XIII», como director de Instituto (1920-1934) y como inspector general de Sanidad, junto con un selecto grupo de colaboradores.
En 1934, al morir Ramón y Cajal, quedó como director del Instituto de su nombre, y en 1936 aceptó seguir como Decano para evitar su ruina; al parecer este hecho fue el que hizo que al terminar la guerra se le acusara de colaboracionismo y fuese «depurado». Hasta el año 1950 no se le devolvió la Cátedra, pero para jubilarse ese mismo año. Fue un gran científico y una gran persona. Murió en Madrid en el año 1958.
En 1941 se recuperó el edificio semiderruido del Instituto y se adscribió al CSIC. En 1957 se trasladó a otro nuevo edificio en la Calle Velázquez, compartiendo el espacio con otros Institutos (Centro de Investigaciones Biológicas) y finalmente, en 1989 se construyó un nuevo edificio en la avenida del Doctor Arce 37, que es donde se encuentra actualmente.
Ramón y Cajal jubilado
Fernando de Castro, describe de esta forma la vida de Cajal jubilado
Después de su jubilación en 1922, poco cambió el tipo de vida de don Santiago. Sin embargo, una vez inaugurado el nuevo laboratorio en 1932, el maestro dejó casi totalmente de venir. […] Por aquel entonces se instaló un pequeño laboratorio particular en los sótanos de su casa. De allí surgieron sus últimos trabajos científicos. También allí reunió su magnífica biblioteca de más de 8.000 volúmenes, y su maravillosa colección de preparaciones y dibujos histológicos, prueba cabal de la actividad ininterrumpida de una gran inteligencia
Vivió hasta los ochenta y dos años; los últimos, muy tristes por la pérdida de su amada esposa que había fallecido en 1930, a la edad de setenta y seis años).
Escribió hasta casi el último día de su vida, principalmente para consolidar su obra de años anteriores. Poco antes de su muerte acabó dos libros: una nueva edición de Chácharas decafé, en 1933, y El mundo visto a los ochenta años, en 1934. También hacía sus habituales tertulias en el café. Bruscamente empeoró. Tenía fuertes dolores de cabeza, y su presión sanguínea subió tanto que fue a ver un médico amigo para pedirle consejo. Al comprobar que lo que sufría era arteriosclerosis cerebral, el médico recomendó moderación en el trabajo, incluso que lo abandonase totalmente por un tiempo. Pero para don Santiago la ociosidad era peor que la muerte.
Murió el 17 de octubre de 1934 a las once de la noche… Su vida terminó noblemente. El entierro fue sencillo, como él lo hubiera deseado. Acudieron multitud de personas.. Su cuerpo fue inhumado en la necrópolis de Madrid, junto al de su esposa, según su deseo. Muchos fueron los honores tributados a su memoria.
Más recuerdos de Cajal en Madrid
Además de dar nombre a un gran Hospital y a una Avenida, en el Parque del Retiro podemos contemplar un monumento a su memoria
Y también, en el 2007 se inauguraron sendas estatuas en homenaje al médico Santiago Ramón y Cajal y al bioquímico Severo Ochoa, los dos únicos científicos españoles reconocidos con un Premio Nobel, en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en la calle Serrano.
Son figuras de bronce, de unos tres metros de altura y otras tres toneladas de peso, han sido realizadas por el escultur Víctor Ochoa, sobrino del Nóbel.
Afortunadamente se acaba de inaugurar una exposición en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza dedicada a Ramón y Cajal, hasta el 11 de enero de 2020 que será un placer ir a visitar.