EL Jardín Botánico en primavera luce el esplendor de sus flores, el verdor de sus plantas y árboles, y el sereno espejo del agua en su estanque central y en sus pequeños y redondos pilones. Es una delicia pasear por él tranquilamente. Y también ahora se puede admirar una exposición muy relajante y luminosa en el interior del Pabellón Villanueva. El Jardín Botánico es un auténtico oasis en el corazón de Madrid…
según lo soñó Carlos III, aunque en realidad los precedentes de este jardín se deban a Fernando VI que encargó en 1755 a Miguel Bernardes, botánico y médico de la Real Fábrica de San Fernando, la instalación de un pequeño jardín en el soto de Migas Calientes, situado en el camino de El Pardo a orillas del río Manzanares. Pero su medio hermano y sucesor, Carlos III, mandó trasplantar sus árboles y plantas a las huertas que había en el Prado de San Jerónimo,.. corría el año de 1781.
Su puerta de acceso habitual es de Villanueva (la principal da al Paseo del Prado y es de Sabatini, pero siempre está cerrada) y se situa en la Plaza de Murillo, frente a la fachada sur del Museo del Prado…el cual en realidad se construyó para ser Gabinete de Ciencias Naturales, por lo cual era lógica su situación junto al Jardín Botánico y cerca del Observatorio Astronómico… completando así esta cuidada y bella zona de Madrid dedicada a las Ciencias.
Alrededor de 5000 especies comparten un pequeño universo de ocho hectáreas aunque en tiempos fueron catorce, hasta que en el siglo XIX una parte de ellas, frente a la estación de Atocha, se dedicó a levantar el entonces denominado Ministerio de Fomento, hoy sede del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, situada en el Paseo de Infanta Isabel número 1. En el extremo opuesto también a costa del Botánico se abrió la calle dedicado a los Libreros, la famosa Cuesta de Moyano.
Paseo por el jardín
Cuando entro en el Jardín Botanico y voy por el paseo de los rododendros siempre evoco aquella romántica novela de Rebeca de Daphne du Maurier que tan magnificamente llevó al cine Alfred Hitchcock en el año 1940. y su senda de los rododendros que conducían a la misteriosa mansión de Manderley…
Y admiro largo rato los tulipanes
Y busco un rincón apacible… ese que como bien dicen en esta lápida «Fomenta la paz en el mundo usando el idioma universal del jardín»
Algunos monumentos
Y lo encuentro en la Glorieta de los Tilos junto a esta dulce estatua de Julio López Hernández, dedicada a la dalia, una planta de origen mexicano cultivada en Europa por primera vez en este Real Jardín Botánico.
La dalia es el emblema de la Sociedad de Amigos del Jardín Botánico. No me extraña que este espacio del jardín pertenezca a la asociación Jardines por la Paz…
Esta foto está tomada en verano del pasado año…
Y sigo bucando lugares y encuentro – afortunadamente ya restaurado desde la última vez que lo visité y fotografié – este monolito-banco en honor de Blas Lázaro e Ibiza (Madrid, 1858-Madrid 1921)
farmacéutico, botánico, micólogo, profesor de 1880 al 1885 en la Institución Libre de Enseñanza y catedrático de Botánica Descriptiva de la Universidad Central de Madrid desde 1892 hasta su fallecimiento. Es obra de Federico Marés Deulovol (Gerona 1893,-Barcelona 1991)
Precisamente en el «Diario del Jardín Botánico» en el nº 11 de 2017, aparece la noticia de su restauración y así me entero de que fue Premio Nacional de Escultura 1923.
El nombre del Invernadero
Merece la pena entrar en el invernadero inaugurado en 1993, que lleva el nombre de Santiago Castroviejo y Bolíbar (Tirán, Moaña, Pontevedra,1946 – Madrid, 2009) Profesor de Investigación del Real Jardín Botánico (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), Director del mismo entre 1984 y 1994 y Premio Nacional de Investigación 2009. con más de 150 trabajos de investigación publicados en revistas científicas nacionales e internacionales.
La exposición en el Pabellón Villanueva
Mi paseo se detiene aquí
y entro a ver una exposición francamente original de Ramón Juan (Elche 1973)
Ramón Juan nos presenta una serie de obras abstractas realizadas en soporte de fibra de palmera, algunas de ellas inspiradas en el Real Jardín Botánico
La palmera y las flores me despiden, pero saben que he de volver muchas veces durante esta primavera…
Dejo sólo unos días de consultar tu blog, y veo, María Rosa, que en él ha estallado la primavera recordándonos las flores del Jardín Botánico. ¡Qué esplendor! ¡Cuánta belleza! Y qué oportuno el artículo en estas fechas.
Ayer realicé, en el Real Jardín Botánico de Alcalá de Henares, un paseo sobre el tema «La flora en la obra de Cervantes» y pudimos degustar habas ecológicas, recién cortadas de la mata y al término de la visita nos regalaron una macetita con romeo que da olor a mi cocina.
Estupendo reportaje y recordatorio, María Rosa.
Qué bien María del Carmen que hayamos coincidido en el gusto de visitar Jardines Botánicos, una en Alcalá de Henares y otra en Madrid, en estos dias tan primaverales…Son fantásticos estos jardines, con una belleza que entra por los ojos y tanta sabiduria sobre un tema tan apasionante como las plantas. Muchas gracias por tu comentario.