Las estatuas en Madrid ocupan parques, plazas, calles, edificios. Algunas son muy visibles, otras son más discretas y luego hay algunas que cuesta localizarlas, que tienes que mirar atentamente para verlas. De alguna de estas últimas nos vamos a ocupar hoy.
Frente a la estación de Atocha, en el Paseo de la Infanta Isabel nº 1, se alza un imponente edificio rodeado de magnífica verja de hierro concluído en 1897 y que recibió el nombre de Palacio de Fomento.
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El edificio ocupó un amplio espacio de las seis hectáreas que se arrebataron al Jardín Botánico (de las catorce que el Jardín tuvo en su origen). También a costa del Botánico se abrió la famosa Cuesta Moyano.
Fue proyectado por el arquitecto Ricardo Velázque Bosco, el mismo de los Palacios de Velázquez y de Cristal en el Retiro, de la Escuela de Minas en Rios Rosas y un largo etcétera.
Llaman la atención las dos grandes esculturas que dan acceso a su entrada y que representan a la Industria y al Comercio, obra de José Alcoverro, (Tarragona 1835-Madrid 1908).
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Los colosales grupos de caballos alados que coronan el edificio, son obra de Agustín Querol ( Tortosa, 1860 – Madrid, 1909) que en un principio las realizó en piedra y que luego se sustituyeron por otras idénticas en bronce.
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Actualmente el edificio alberga al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
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Pero hay otras estatuas que no son facilmente visibles desde la calle y no son nada fáciles de fotografiar, así que voy a intentar sacar a una de ellas un poco de su escondite en un lateral de la primera planta.
Estatua de Antonio de Ulloa
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Él nació en Sevilla en 1716 y falleció en Isla de León, Cádiz en 1795. Su larga vida de 79 años estuvo llena de actividades: fue naturalista, militar, escritor, y se le considera como el descubridor del platino. Fue gran amigo y compañero de Jorge Juan desde los 20 años
Con el fin de estudiar las verdaderas dimensiones de la Tierra la Academia de París mandó una comisión a Laponia y otra a Ecuador, para medir el arco de un meridiano en las proximidades de Quito (Ecuador). A la de Ecuador fueron destinados los oficiales españoles Antonio de Ulloa y Jorge Juan, con 19 y 21 años respectivamente.
En Madrid se le ha dedicado a Ulloa esta estatua y se dio su nombre a una calle paralela al Paseo de Extremadura.
Monumento a Jorge Juan
El monumento a Jorge Juan en cambio es muy reciente y se ha situado en los jardines del Descubrimiento, en la zona frontera a la calle de Serrano y a la que lleva su nombre en pleno barrio de Salamanca
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Consta el monumento del ancla más convencional de 1.200 kilos de peso, realizada en acero fundido, y una cadena de seis metros también de acero, sobre una base escalonada de hormigón visto.
Tuvo Jorge Juan desde muy joven una sólida formación; con 17 años, en 1730 ingresó en la Academia de Guardias Marinas de Cádiz donde se impartían los más modernos estudios técnicos y científicos, como trigronometría, observaciones astronómicas, navegación, cartografía etc.
Jorge Juan midió la longitud del meridiano terrestre durante la Misión geodésica francesa, junto con Antonio de Ulloa como hemos visto, con 19 y 21 años respectivamente, demostrando que la Tierra está achatada en los polos.
Jorge Juan permaneció diecinueve años en América estudiando la organización de aquellos territorios por encargo de la corona. A su regreso, Fernando VI lo ascendió a capitán de navío. En 1757 fundó por encargo del rey Carlos III el Real Observatorio de Madrid. Y en 1760 fue nombrado jefe de escuadra de la Armada Real.
Era un gran admirador de la construcción naval inglesa que conoció a fondo y que recomendó encarecidamente a Carlos III. Pero el rey se decantó por la francesa y en la batalla de Trafalgar, 32 años después, los ligeros navios ingleses vencieron a la vetusta flota hispano-francesa. Ojalá se hubiese hecho caso a Jorge Juan.